"Tras dejar la pluma tomó aire, como intentándo eliminar de sus pulmones el veneno con una gran bocanada de oxígeno; se levantó y miró hacia la ventana... y enjugando lágrimas tragó saliva... y esperó.
-'Es duro quitar una vida, hijo... muy duro. Ese acto secuestra tu conciencia y te persigue allá donde vayas y percibes los pensamientos de la gente al pasar por su lado, como si pudieran llegar a oir tus latidos desgastados por la maldad.'
Nadie tiene el poder de arrebatar la vida de un igual. Quienes lo hacen, han quedado fuera de las puertas de la razón y la evolución; condenados a deambular eternamente en la desdicha, rechazados por respirar el mismo aire que el resto de mortales, olvidados, por no entender que, por mucho que se odie, por mucha rabia que se anude en nuestras gargantas, existe un poder que nos hace fuertes y que nos detiene antes de acatar la orden de nuestro agotado instinto. La Hermandad.
-'Sólo espero que algún día entierres todo lo que fui y sigas caminando, aun con lágrimas en los ojos, pero camina, porque habrás hecho justicia con alguien que nunca la ejerció como realmente debe ser ejercida por la Raza Humana.' "